Friday, December 7, 2012

TOMA DE CONCIENCIA PARA LA TIERRA Y LA HUMANIDAD

"El amor no es cuantitativo sino cualitativo. No decís “amo al mundo entero”; pero cuando sabéis amar a uno, sabéis amar a todos. Es porque no sabemos amar a uno, que nuestro amor a la humanidad es ficticio. Cuando amáis, no hay uno ni muchos: hay sólo amor. Sólo cuando hay amor pueden resolverse todos nuestros problemas; y entonces conoceremos su felicidad y su bienaventuranza"Krisnamurti  





Cuando miramos la evolución del ser humano sobre la tierra, desde el homo sapiens hace 120000 años, ¿ que es lo que ha hecho? Si miramos los resultados hoy día, ha destruido la tierra, con su cerebro, del que piensa que está dotado de una grande inteligencia.  Desde el principio de los tiempos, el homo sapiens ha destruido miles de seres vivientes.

La explicación de esa constatación, se encuentra en la animalidad que impregna dos de cada tres partes del cerebro humano.  El cerebro rectilíneo, que dirige el cuerpo físico y la vida instintiva, da lugar al instinto de propiedad (territorialidad) al egocentrismo, la avidez,   la competición, la agresividad... el cerebro límbico, que dirige la vida emocional con sus humores, sus sentimientos, sus deseos y su búsqueda de placer, es responsable del miedo, los celos, la voluntad de dominar, el orgullo, la vanidad... En cuanto a la tercera parte del cerebro, el neo-cortex, que da al ser humano la facultad de pensar, es la más reciente y aún está parcialmente desarrollado.  Desde el punto de vista de la evolución, es esencial de comprender que una parte del cerebro humano es animal, y que esta naturaleza animal es responsable de la mayor parte de sus pensamientos, emociones, y acciones.  La cuestión es: ¿Como evitar esos efectos secundarios negativos, ligados a la realidad de la presencia de los instintos animales  en el ser humano?  ¿ Cual es la plaza justa de la naturaleza animal en el hombre?
Cada uno expone una teoría o una idea según sus condicionamientos o forma de pensar: es justo, es real,  es bello, está bien...  Ahora bien, cada calificativo reduce el mundo y la realidad.  La sola palabra justa que puede calificar la perfección, ya que engloba y une todo, ha sido explicada en muchas espiritualidades,  Dios dice:” Yo soy el que soy”.   Eso es todo.  No es posible  definirlo de otra manera.  Cuando dices: “Eso está bien” o “eso es justo” entras en un proceso de exclusión.  Los  “justos” excluyen lo que es bueno y todo el resto, y los buenos excluyen lo que es justo.  Desde el momento en que escoges, limitas lo real a tu percepción o a tu teoría de lo real y excluyes el resto.
Al Origen de toda manifestación  hay una forma de afirmación, una fuerza de oposición.   Si esta fuerza de oposición está integrada, el proceso da origen a una tercera fuerza, la fuerza de conciliación.
 En la aceptación, se aplica  ese principio y ese proceso.

Mientras piensas que algo se opone a ti, luchas contra eso.
En el momento que aceptas una oposición, eliminas   un obstáculo y te encaminas hacia la verdadera libertad, TU MISMO.


Thursday, December 6, 2012

AMPLIAR EL CAMPO DE LA CONCIENCIA



Para evolucionar, es necesario ampliar el campo de  la conciencia en si mismo, hacia los otros y la humanidad.

Ninguna evolución puede hacerse rechazando quienes somos o quienes hemos sido, ninguna evolución puede hacerse a expensas de quien o cualquier cosa que sea, incluso lo negativo en nosotros, sino aceptamos estas partes, entramos en el conflicto, la separabilidad y la dualidad. 
Esta exclusión conduce a la represión, se inscribe en nuestro organismo, generará tensiones en el cuerpo,  favorecerá las enfermedades y todo tipo de trastornos psicológicos y físicos.  Lo mas importante para evolucionar y cambiar realmente, es aceptar la realidad tal  como es y como ha sido.  Este trabajo es básico, se hace en tres etapas:  1º) Observar y constatar la realidad tal cual, 2º) aceptar esa realidad y 3º) la transformación posible gracias a la energía puesta en la observación.  La aceptación de quienes somos nos lleva a aceptar los otros y el mundo, sino proyectamos nuestras partes negativas en nosotros mismos y  en los otros.

Ejercicio :  Observar todo lo que detestamos en nosotros mismos, a nivel físico, emocional, e intelectual, interiormente y exteriormente,  en las relaciones profesionales y sociales.


Integrar las partes negativas en si mismo

Cuando evolucionamos, continuamos a ser lo que éramos pero con una diferencia esencial: integramos las partes negativas que viven en nuestro interior.  Integrar significa poner las cosas en su sitio, pues lo negativo contiene siempre una fuerza  que nos puede  ser útil si está bien situado.  Descubrimos entonces que no hay mal que por bien no venga, el mal es un bien que ignoramos, detrás del mal se esconde siempre un bien, una buena intención.  Sin duda alguna, la búsqueda de la intención escondida en el peor de los actos, nos conduce a contactar lo bueno en nosotros: voluntad de incluir, de amar y de ser amado...

Ejercicio:   Haz una lista de lo que hay de negativo en tí.  A cada elemento negativo, busca un intención escondida, despoja poco a poco hasta que encuentres el origen  de lo que es bueno y positivo en ti.



LA VIDA NUNCA MUERE


Hablar de la realización del ser, del despertar de la conciencia, equivale a evocar al Absoluto…y si es absoluto…

Las palabras no hacen más que apuntar, invitarnos a encontrarnos con nuestra
Naturaleza profunda.  Nuestro verdadero ser.  Es como querer hablar del silencio…
De la inmensidad…del cosmos…
Nuestra naturaleza es como un cielo estrellado, que nos contentamos en admirarlo…y de sentir el amor, la paz y la belleza…En ese momento somos simples seres maravillados “Experimentamos la Consciencia del Ser” …no hay nada mas que decir, solamente ser, sentir…
Solamente estar presente al gozo y saborear el momento presente, “el aquí y ahora” en mutuo acuerdo con lo que “Es” sin esfuerzos, sin límites, sin tiempo…todo se desvanece en la simple presencia. Consciencia… Consciencia consciente de ella misma…consciencia que todo “Es” Consciencia…solo existe la Consciencia.
Ni separación, ninguna duda, ningún conflicto ni juzgamiento, una adhesión natural.
 La serenidad incondicional, el gran descanso absoluto, la toda absolución,
El abandono sin esfuerzo de toda pretensión personal…
La Paz… el Amor…es la realización del “SER” un retorno al “ORIGEN”
Una consciencia simple y pura.  El encuentro con nuestro verdadero “ser”.
Es tan simple y evidente que nos distraemos de eso a cada instante…
Un simple desapego, nada especial ni notorio.  Simple Presencia…es la toda validación y valor del ser; tal quien es, tal y como somos en Verdad..

Ni ego ni imagen a preservar, no hay  nada que defender ni temer
¡Eso es una verdadera maravilla!
Es un amor simple, un  “amor  propio” eso ¡no tiene precio!  Además es contagioso… La realización del ser, es eso; el contagio del Amor, la Paz… y el Silencio!...
Un silencio elocuente mas allá de toda elocuencia!...
Es ese paraíso perdido que encontramos en nosotros mismos.
El núcleo de nuestro corazón, el Centro de nuestra alma…
El ser de Seres.
Eso es todo



Wednesday, December 5, 2012

LA VIDA ES " ACEPTACION "





      


La Totalidad de la Vida

"El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos"
-Marcel Proust-

Aquellas arrugas en las manos de tu anciano padre. El llanto de un bebé recién nacido. Una escultura en una galería de arte. Una cierta combinación de notas en una pieza musical. Una gota de rocío sobre la hoja de una hierba. Una mirada fugaz al rostro de un extraño, de repente y sin aviso alguno, tu corazón se derrite. De pronto, la totalidad penetra la separación.
           
            La vida está llena de misterio. 

            Estaba yo hablando hace poco con una amiga que acababa de dar a luz. Mi amiga es una científica, una "pensadora racional," además de atea, no está interesada en la espiritualidad ni en la religión ni en nada que no pueda ser comprobado a través de "investigaciones reconfirmadas," como ella suele llamarles. Ella cree que la vida se trata de trabajar duro, proveer a una familia, ahorrar para la vejez, y eventualmente retirarse y disfrutar "la buena vida" antes de morir.

            Así pues, mientras hablaba acerca del nacimiento de su hija, sus palabras no eran para nada las de una atea, eran palabras religiosas, palabras espirituales, palabras impregnadas con admiración y asombro y acerca del maravilloso milagro de la creación. Habló sobre el milagro de la vida misma -el misterio del nacimiento y de la muerte, el enigma cósmico que impregna todo lo que hay-. Me dijo que cuando cargó a su hija recién nacida por primera vez, se esfumaron todos aquellos pensamientos egoístas, que tanto el pasado como el futuro se habían disuelto, y que de repente, sólo había eso -sólo la vida misma, presente, viva, misteriosa-.  Sólo estaba ese precioso momento, aquí y ahora, y nada más. 

            Ella me dijo que lloró de gratitud al ver los deditos pequeños de su hija por primera vez, tan delicados, tan frágiles. Dijo que estaba sumamente asombrada de que algo tan misterioso y vivopudiera haber surgido de ella, cómo es que algo pudo haber surgido de la nada, cómo es que la vida podía generar más de sí misma, cómo es que la misma vida que estuvo presente en el Big Bang estaba presente de alguna manera también ahí, en la forma de esa pequeña y rosada criaturita. De pronto ella se sintió consumida por un amor incondicional -por su hija, por todas aquellas madres e hijos de todo el mundo, por toda la existencia-. Era un amor para el que no tenía palabras. Todas aquellas "investigaciones reconfirmadas" se desmoronaron ante la evidencia de esa incomprensible vastedad de la experiencia de ese momento presente.

            Mi amiga, la científica, la pensadora racional, la escéptica, se convirtió temporalmente en unamística no-dual y ella ni siquiera se había dado cuenta. Por un instante, tocó la totalidad de la vida, el inefable misterio que permea toda creación. Por un instante, se enamoró de toda la existencia, la separación entre ella y la vida se había desvanecido para revelar un amor que no tiene nombre.

            A través de los años he conocido a mucha gente que se ha interesado en lo espiritual debido a ciertas experiencias o revelaciones incomprensibles, inexplicables y extrañas que tuvieron, normalmente inesperadas, experiencias que posteriormente fueron difíciles de explicar y transmitir a sus familiares y amigos. 

            Los artistas mencionan que cuando están fascinados pintando se siente una pérdida del yo. Los músicos explican cómo, mientras se meten en su música, sólo hay música y ellos, como una entidad separada, se pierden en ella, como si la vida los absorbiera. No están interpretando la música, sino que se convierten en ella, interpretándose a sí misma. Los atletas hablan acerca de ir con el flujo o entrar en la zona, un lugar en donde el correr, el conducir o el saltar sucede sin esfuerzo alguno, y el cuerpo se desempeña a la perfección aunque ya no experimenten su cuerpo como propio.  Los actores hablan de cómo se disuelven dentro de sus personajes, cómo se pierden a sí mismos cuando representan un papel, acerca de cómo cuando están actuando realmente, no hay nadie actuando. Cuando más tarde son reconocidos por su desempeño y se les pregunta cómo es que lo han logrado, admiten que realmente no lo saben.

            O cuando va uno caminando por el parque y de repente no hay un yo caminando, tan sólo se siente el viento en la cara, el susurro de las hojas, las risas de los niños y los ladridos de los perros. Uno desaparece y se convierte en todo, o todo desaparece y uno se convierte en nada. Las palabras simplemente no hacen justicia.

            Algunas veces las historias son menos dramáticas. Puede uno estar lavando los platos, y de repente las burbujas de jabón se convierten en lo más fascinante del universo, de hecho, esas burbujas de jabón se convierten en el universo mismo en ese preciso momento. Y resulta que todos los problemas, temores, ansiedades, esa desesperada búsqueda por una vida mejor, por la fama, por la gloria, por el amor, por la iluminación, simplemente desaparece. De nuevo, todo está perfectamente bien, cósmicamente bien. A pesar de que nuestra situación de vida no haya cambiado -todavía hay cuentas por pagar, niños que alimentar, trabajo que terminar, dolor que sentir- la relación que se tiene con todo ello se ha transformado repentinamente. Por un instante, ya no eres un individuo separado luchando para encontrar la totalidad. Sólo hay totalidad.

Estás de vuelta en el seno materno, un seno que realmente nunca abandonaste. Y, sin embargo, esa vida cotidiana sigue presente, y tú continúas con tu función dentro del mundo sin ningún esfuerzo.

            La ciencia ha batallado mucho tratando de explicar estas experiencias, o no experiencias o como quiera que se llamen, ya que éstas nos llevan más allá del mundo de la causa y efecto, de lo subjetivo y objetivo, del observador y lo observado, de lo absoluto y relativo, de lo interno y externo, incluso del tiempo y del espacio. Todo esto es difícil de probar o demostrar lógicamente, científicamente, filosóficamente. Pero para aquellos que lo viven, eso es mucho más real que cualquier otra cosa. Llamémosles despertares o experiencias extraordinarias o simplemente encuentros sencillos con la vida tal cual es. En realidad no importa cómo le llamemos, porque al final del camino, las palabras siempre llegan a destiempo.

            La existencia está llena de misterio y asombro y a veces, sin previo aviso, la luz puede brillar a través de las grietas de esa vida separada. Por unos breves instantes, se percibe esa señal cósmica de que la vida es de alguna manera infinitamente más de lo que parece ser. Aquello que parece tan ordinario puede fácilmente tornarse extraordinario, haciendo que nos preguntemos si, tal vez, lo extraordinario se encuentra siempre escondido tras lo ordinario esperando a ser descubierto. 

            Si, tal vez las cosas ordinarias de la vida -esas viejas sillas rotas, las llantas de las bicicletas, los rayos del sol entrando por un vidrio roto, la sonrisa de un ser querido, el llanto de un recién nacido- en realidad no son para nada ordinarias. Quizás, atrás de su cotidianeidad exista algo extraordinario. Tal vez, todas esas cosas que damos por sentadas son realmente divinas, sagradas, expresiones infinitamente preciosas de la totalidad, una Unidad que no puede ser expresada a través del pensamiento o del lenguaje. 

            Y tal vez, esa totalidad no se encuentra "allá afuera", en algún otro lado o en el futuro, esperando a ser encontrada. Tal vez no es necesario que vayamos a los confines más lejanos del universo para encontrarla. Tal vez no se encuentre en los cielos o escondida en las profundidades de nuestras almas. Quizás la totalidad está aquí mismo, en donde ya estamos -en este mundo, en esta vida- y tal vez nos hemos cegado nosotros mismos a ella en nuestra obsesión por buscarla.

Mi gran gurú espiritual ha sido siempre el malestar.

El tan sólo sentarme en compañía del dolor o del malestar, sin tratar de huir de algún modo, sin expectativa alguna, sin un objetivo en mente, sin buscar nada. Ese es el lugar más jugoso, ese es el lugar de la transformación creativa, el lugar en donde el fango se transforma en oro.

Por muchos años, simplemente me senté con el dolor, la frustración, el enojo, el miedo. Simplemente descansando en esa confusión efervescente y ardorosa por horas y horas, sin tratar de escapar o componer mi experiencia, sin esperanza, sin sueños... hasta que la paz fue descubierta en medio de toda esa tempestad; esa paz imperturbable, más allá de los conceptos, esa paz omnipresente que yo soy y que siempre he sido...

En lugar de tratar de huir del malestar, nosotros permitimos que éste mismo nos revele sus secretos más profundos. Nos sentamos con el malestar y observamos cómo todas esas fronteras entre el "yo" y el "malestar" se funden, hasta que deja de haber por completo un "yo sentado con su malestar", en realidad nunca lo hubo. Nos sentamos con la frustración en ese lugar en donde aún no se ha llegado a coagular en un "yo estoy frustrado". Nos sentamos con el miedo antes de la resurrección de esa imagen de "yo soy ese que siente miedo". Nos sentamos con el enojo antes de que nazca una identidad nuestra como "el enojado". Nos reconocemos a nosotros mismos como ese vasto espacio, como ese océano ilimitado sin identidad que da la bienvenida a todas esas olas, como un hijo muy amado que al fin regresa a casa, al fin en casa...